La concurrencia aparece como una de las variables clave en el 2025 electoral. Y con el antecedente de una caída en la participación en los distintos comicios de orden provincial, uno de los interrogantes se centra en cómo se comportarán los tucumanos en la contienda para diputado nacional del 26 de octubre.
Si bien el ejercicio del derecho al voto es obligatorio en Argentina, la decisión de no presentarse se convirtió en una suerte de tendencia en las elecciones de orden local celebradas en lo que va del año. En las bonaerenses del domingo 7, por ejemplo, fue del 63%; en las salteñas de abril, del 58%; y en CABA, en mayo, del 53%. Y aunque expertos advierten que estas cifras no se trasladarán necesariamente a los comicios que definirán la renovación parcial del Congreso de la Nación, la conducta de los votantes acapara la atención tanto de analistas políticos como de armadores de los principales partidos políticos.
Hacia atrás
¿Cómo fue el nivel de concurrencia de los tucumanos en las últimas décadas cuando debieron elegir diputado nacional? Según un relevamiento realizado por LA GACETA sobre la base de los escrutinios publicados por la Dirección Nacional Electoral (DINE) y la Cámara Nacional Electoral (CNE), se observa un punto de quiebre en la contienda de 2007 (siempre considerando sólo la categoría diputado nacional, sin incluir senador ni presidente). A partir de ese año, la provincia pasó a superar el promedio nacional, un nivel que mantuvo hasta las generales de 2023, inclusive.
¿Cómo había sido antes? Los años que siguieron al retorno de la democracia encontraron a Tucumán por debajo con menor participación que la media de la Argentina. Por caso, en 1983, el porcentaje de votantes en esta provincia fue del 81,67%; y a nivel nacional, del 83,47%. Aunque las cifras nunca se “despegaron” demasiados puntos, se sostuvieron bajo estos parámetros durante casi un cuarto de siglo, período en el cual se celebraron 12 elecciones a diputado nacional.
En 2003 se registró otro dato llamativo. Habían pasado dos años de la crisis de 2001, que derivó en la renuncia de Fernando de la Rúa y en el reclamo de “que se vayan todos”. Entonces, la participación llegó a un mínimo histórico en Tucumán: uno de cada dos electores (un 51,14% del padrón provincial) decidió no concurrir a las urnas. La media nacional ese año alcanzó el 71,57%.
Pero cuatro años más tarde, en los comicios de medio término de 2007, el orden se invirtió por primera vez: Tucumán tuvo una participación del 76,21%, mientras que el promedio en Argentina fue del 74,4%.
A partir de allí, la provincia se mantuvo por encima de esa marca (incluso rozó el 85% en las generales de 2013), y hasta le sacó 10 puntos porcentuales de diferencia a la media nacional en las PASO de 2021.
¿Qué pasó en 2007? ¿Por qué se produjo este cambio? Un experimentado referente territorial formado en el peronismo atribuyó la cuestión a dos fenómenos: el primero, un uso sin precedentes del aparato estatal -acarreos, bolsones, etcétera-; y el segundo, una mejora en la percepción de las condiciones económicas y sociales respecto a los años anteriores. “En los 80, cuando éramos militantes y empezábamos a ser dirigentes, íbamos caminando a los actos. El día de la votación nos dedicábamos a hablar uno con uno con los vecinos. En los 2000 todo eso cambió. Se le empezó a sacar provecho al aparato y al clientelismo”, relató el dirigente, que hoy ocupa un cargo de relevancia en el Estado provincial.
Hacia adelante
El comportamiento del electorado en las últimas décadas no indica por sí mismo cómo será la concurrencia el 26 de octubre. Por ello, mediante estudios de opinión, analistas y consultores intentan establecer proyecciones. ¿A qué niveles podría llegar la participación en Tucumán?
Los números recopilados en Tucumán por la consultora Meraki en agosto -está en curso el informe de septiembre- indican que el 67% de los encuestados expresa “muchas ganas” de ir a votar en las elecciones del 26 de octubre; el 20% manifiesta dudas al respecto; y el 13% restante anticipa que directamente no concurrirá. Así, aunque el rango que se proyecta va del 67% al 87%, el politólogo Patricio Adorno advirtió que “probablemente estaremos más cerca del piso”. En ese sentido, advirtió que, por lo general, “en las legislativas de medio término la concurrencia baja mucho”. “En cambio, cuando están en juego cargos ejecutivos tienden a subir, sobre todo, en escenarios cerrados como un balotaje”, añadió.
El socio de Meraki detalló que, a partir de las consultas realizadas y de los datos obtenidos, se pudo establecer las características generales del ciudadano que duda de participar. “El perfil es de un elector de clase media-baja que votó en su momento a Cambiemos/Juntos por el Cambio; que en el balotaje de 2023 votó a Javier Milei; y que ahora no encuentra una referencia política, dado que no quiere estar con Milei, pero tampoco con el peronismo”, profundizó Adorno.
Reveló luego que, junto al “perfil político”, se determinó un “perfil económico” de estos votantes. “Sienten que el país está peor que en 2024, y que el año próximo no hay perspectivas de una mejora. Además, a la pregunta sobre si piensa que el ajuste se terminó, cree que no, y que todavía falta para ver resultados positivos. Entonces, es un votante bastante desesperanzado en cuanto a que su voto influya (dicen que ‘nada cambia’), y tampoco encuentran un candidato que les resulte demasiado atractivo para motivar la participación”, aseveró Adorno.
El consultor y politólogo Santiago González Díaz apuntó que “históricamente la participación a nivel nacional ronda el 75%”. “Si vas a las estadísticas, va subiendo o bajando”, advirtió. Por ello, instó a relativizar la concurrencia en las contiendas provinciales. “Hubo demasiado alboroto porque en Ciudad Autónoma de Buenos Aires estuvo en el orden del 50%, y en algunas provincias, de un 60%. Es verdad que bajó, pero no es que antes rondaba el 90%”, advirtió el también doctor en Filosofía.
En ese sentido, explicó que en Tucumán “en los últimos 10 o 15 años, viene teniendo una participación mayor que el resto del país”, incluso superando el 80%. “Sube y baja, obviamente. En las PASO hubo menor participación; después aumentó en las generales, como en todos los distritos del país”, aclaró el consultor.
En cuanto a las previsiones para octubre, González Díaz anticipó que la concurrencia debería situarse más cerca de las generales que de las PASO (fueron suspendidas por este año). “El escenario podría ser de un 75%, hasta un 80%”, evaluó el especialista ante una pregunta de LA GACETA.
Marcó luego distintos factores que podrían promover de algún modo la concurrencia a las urnas. “Por un lado, tenés un gobernador que es candidato y tiene que obtener el mejor resultado posible. El peronismo sí va a movilizar. Y, por otro lado, el miedo que pueden generar las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, con esa lógica de ‘son ellos o nosotros’. Ese sector que no se estaba movilizando puede ir a votar. Esos dos factores van a motorizar un poco la participación”, añadió. De todos modos, aclaró que esta contienda será para elegir diputado, y es un factor que se debe tener en cuenta. “Eso puede hacer mermar (los porcentajes) respecto a elecciones de cargos ejecutivos, como presidente”, agregó González Díaz.
Qué pasa con quienes no concurren
Todos los ciudadanos mayores de 18 años y menores de 70 tienen el deber de votar en las nacionales de octubre (además, el sufragio es optativo para adolescentes de 16 y 17, y para mayores de 70). En caso de inasistencia, la normativa prevé justificativos, pero deben ser reportados dentro de los 60 días del comicio. De lo contrario, se pagará una multa que va desde $50 hasta $500. Además, se puede impedir la realización de trámites en reparticiones estatales. La Justicia Nacional Electora cuenta con un registro web para que cada ciudadano pueda consultar su situación.